viernes, 1 de noviembre de 2013

Caen las cortinas

ESCRIBO DESDE MI ÚTERO, sabiendo que lo que ahora diré llama a la controversia y profundiza donde duele. Como sea, la intención es la de conmover, no la de revolver y vomitar insultos ni descalificaciones. De primeras aclaro que, para mí, TODA MUJER ES MI HERMANA, y que ellas, ahora, son mi prioridad. Que, como hermanas, somos diferentes, aunque el palpitar es el mismo. Lo que ahora escribo no trata de criminalizar ni señalar con el dedo. Que se abstenga aquél de señalar con el dedo y tachar de bruja, puta o impía a cualquiera de mis hermanas (hermana, si tú señalas con el dedo a alguna de nosotras, por favor fíjate que al alzar tu índice hay tres dedos que también te señalan a ti; reflexiona y siéntete una entre todas). Este texto nace de la reflexión pura y sentida, os invito a acompañarme:
Acabo de ver un documental, muy recomendable, sobre el movimiento social y feminista francés Ni putas Ni sumisas. Se llama Soraya, Nadjet i les altres[1]. En el documental se muestra cómo un grupo de mujeres se moviliza para concienciar a mujeres, niñas, hombres y niños de los barrios marginales franceses – y del resto también – de que por ser muer de origen inmigrante -¡se puede ser la cuarta generación en Francia y no ser aún considerados francesas! - con intención de estudiar y ser independiente, no se es puta. Y que para no ser tratada de este modo – violaciones sistemáticas, ataques físicos y verbales y demás aberraciones – muchas deciden volverse sumisas. Reivindican que la mujer es más que eso, y que se ha de tomar conciencia para actuar[2].
Hasta aquí, no podía estar más unida a estas hermanas. Sin duda, siento que su labor es muy necesaria, pero en el documental algunas mujeres hablan del logro que supone para la mujer la píldora anticonceptiva, el aborto y la anestesia epidural en el parto, así como de las bondades de ser trabajadoras y no simple amas de casa.
Ahora comienza mi reflexión:
Valoro que la contracepción es una herramienta muy útil para conocer el cuerpo de la mujer: conocer su fertilidad y los ciclos naturales, pero rotundamente niego que la píldora nos haya ayudado a ser independientes: siento que nos hace dependientes de las farmacéuticas y nos borra cualquier memoria intuitiva e instintiva de nuestro cuerpo, además de los perjuicios y toxicidad para el mismo. La píldora nos anestesia de nuestro ciclo y nos vuelve lineales, tal y como son biológicamente los hombres - ¡es genial que los hombres sean lineales, pero nosotras somos cíclicas por algún motivo! -. Además, es cómico que la mujer sea fértil durante tres o cuatro días – a lo sumo – al mes, y seamos nosotras las que tomemos anticonceptivos periódicamente, aunque de la misma manera si fueran los hombres quienes tomaran anticoncepción, también serían dependientes de las farmacéuticas y estarían desconectados de su naturaleza.
En definitiva, en este punto quiero aportar mi granito de arena para avanzar en la reflexión de la << conquista de la independencia femenina >>, pues mientras que la contracepción y concepción son fuentes de autoconocimiento, la píldora nos aleja de nuestro Ser femenino y cierra el pico a nuestro Cuerpo.
Otro tema peliagudo: el aborto. Siento que el ser humano – hembra o macho – no tiene el magnánimo poder de quitar o dar la Vida, sino que es el universo en su plenitud quien permite que se manifieste a través de nosotros. Vivir o morir son dos caras de una misma moneda, y ninguna es mala o buena. Lejos de mi sentir más espiritual, creo importante resaltar que la mujer ha de tener derecho a ejercer su responsabilidad con su propio Ser, con su propio Cuerpo. Veo injusto que muchas mujeres mueran por infecciones al haber abortado de manera clandestina o que otras muchas sean tratadas como escoria por haber optado por esta opción. Sin duda, sé que tomar esta decisión no es nada fácil para ninguna mujer, y que muchos embarazos son fruto de violaciones y atropellos a la razón y al sentimiento.
Sin embargo, he de manifestar que dudo que abortar nos libere de algo, dudo que abortar nos dé poder sobre nuestro Cuerpo. De nuevo somos intervenidas por manos ajenas y nos hacemos dependientes de la situación económica y social de un país. De nuevo siento que estamos sutilmente manipuladas. Ser dueñas de nuestro Cuerpo es conocer, amar y honrar nuestro Ser, cada poro de nuestra piel. Esto supone poner un freno, ENTRE TODAS, a los abusos de poder, a las concesiones sexuales cuando no queremos, a conocer nuestra sexualidad y a no tenerle miedo. Para mí, esto es Poder: decidir con quién y cómo deseo fundirme en el sexo; comprender que engendrar es uno de los poderes más valiosos de la feminidad, pues es la Creación en estado puro; amar nuestro Cuerpo para entender el porqué de tener que hacernos respetar y valer. Esto para mí es ser independiente.
No planteo el << no al aborto >> ni << abajo la píldora >>, como lo hace la iglesia católica, la que nos condena por ser hijas de Eva << la pecadora >>, la que se sube al carro de << la Vida >> cuando lo que quiere es lo de siempre: someter a la mujer, porque su Cuerpo es pecaminoso y ha de mantenerse en orden y pureza. Esta iglesia que trajo consigo el oscurantismo y las hogueras en las que ardieron miles de mujeres. La misma que, de manera rotunda, nos recuerda que << pariremos con dolor >>, pues hemos de pagar por lo que hizo nuestra madre Eva. No confundáis mis reflexiones, por favor, con el atropello a la razón y al sentimiento de esta empresa que es la iglesia – no hablo de los creyentes de a pie – que ha cubierto con un velo de oscuridad e << impudicia >> a la naturaleza femenina. Aún hoy, muchas mujeres sienten su cuerpo como ajeno, su regla como un castigo y su maternidad como un sacrificio.
Ahora bien, algunos movimientos feministas – o al menos en sus comienzos – piden y pidieron lo contrario como derecho propio: al exigir independencia e igualdad, muchas mujeres pasan del padre / esposo al médico / psiquiatra. Yo apuesto por volver a nosotras, viajar hacia nuestras raíces y SENTIR qué queremos de verdad. Intoxicar nuestro cuerpo cada mes, parir drogadas, anular nuestro instinto materno en pro de la producción NO ES INDEPENDENCIA NI IGUALDAD. Éstos son otros yugos; de nuevo hemos vuelto al redil, por muy diferente que nos parezca. Seguimos teniendo rejas en nuestras nuevas celdas. Ahora no hacemos lo que mi esposo reclama sino lo que exige mi jefe.
Hermanas, abramos los ojos y despertemos. Pongamos las manos en nuestro vientre y SINTAMOS. Nuestro Poder no es el de envenenarnos, va mucho más allá. Nuestro Poder es el de habitar nuestro cuerpo, nuestra psique, tomar decisiones en función de nuestra intuición y recobrar la valía apoyándonos las unas en las otras.
Abandonemos las luchas entre nosotras mismas. Dejemos de llamarnos putas o señalar a las que creemos sumisas. Mientras sigamos divididas, la sociedad patriarcal vencerá. ¡Es momento de unirse y poner fin a los juicios!
Con todo mi Amor.


Fuente: Irusta, Erika, Caen las cortinas, en Una nueva maternidad. Reflexiones de mujeres en la Red. La Tribu 2.0. Editorial Obstare, 2da Edición, España, 2011.




[1] Vernhes, B.: Soraya, Nadjet et les autres. Francia, 2004.
[2] Más información en: http://www.niputesnisoumises.com/ ; http://www.mediterraneas.org/article.php3?id_article=499

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