martes, 20 de noviembre de 2012

El cuento de Eva


Yo siempre me he preguntado qué significaba lo femenino. Digamos que desde joven tenía bien claro qué significaba lo masculino. En mi entorno lo masculino estaba bien valorado, era lo deseable, a lo que aspirar. Era mejor jugar al fútbol que al elástico; eran mejor las ciencias que las letras; era mejor trabajar fuera de casa que dentro. Y así, el estatus de las cosas y actividades que pertenecían al mundo masculino dominaban la escena con discreción y eficacia. Era mejor lo masculino que lo femenino, porque los hombres eran más inocentes (me decían de pequeña) y las mujeres más maliciosas. Porque al hombre se lo consideraba virginal y de buen corazón y a la mujer taimada y seductora. Por eso, los hombres debían protegerse de nosotras y entre nosotras no podíamos ser amigas, tendíamos a la envidia y la difamación de forma natural.
Esta es la imagen que yo guardé en los primeros años de vida de lo que significaba ser mujer. Después una va creciendo y se va encontrando con que los hombres no son esos entes puros y buenos al que las malas mujeres pueden llevar a la perdición, sino que los lobos existen (no sólo en los cuentos de caperucita). Sin embargo, ya poseía la imagen bíblica de la pérfida Eva dando a Adán la manzana, expulsando al inocente hombre del paraíso. Y así me quedé, con una protesta interna que con la edad se convirtió en un feminismo en el que querer y poder hacer las cosas que los hombres hacían era mi objetivo. Y así, hice un bachillerato de ciencias, aunque la carrera la elegí de letras, porque era mejor. Y así, me dediqué a los deportes de aventura (no por gozo personal -excepto la escalada que para mi era más una meditación- sino por la necesidad de sentirme que podía hacer las cosas que los hombres hacen). Y entonces decidí no tener una relación estable porque era lo que los hombres independientes y libres hacían. Y me dediqué a la empresa porque eso era mejor... y tantas y tantas cosas...

Ahora miro con una mezcla de extrañeza y pesar dónde se fueron esos años de mi adolescencia y juventud. Miro en mi interior y no me creo casi que esa haya sido yo en algún momento. No puedo comprender como solo me llegó esta imagen poderosa y castrante de la Eva maliciosa y pérfida arrastrando al buen hombre; cuando a poco que miremos alrededor nos daremos cuenta de cuánta mentira y decadencia existe tras esta imagen.

Hemos sido las mujeres tradicionalmente las que hemos soportado en nuestros cuerpos los deslices, los deseos y los abusos de los demás. Nos han quemado en la hoguera por brujas. Era nuestro cuerpo el que ha sido repudiado por los beatos y teólogos, objeto de temor y desprecio.

"Como individuo, la mujer es un ser endeble y defectuoso. El padre ha de ser más amado que la madre, pues es el principio activo de la procreación, mientras que la madre es tan solo el principio pasivo." Santo Tomás de Aquino.

"Las mujeres escuchen en silencio las instrucciones con entera sumisión. Pues no permito a la mujer enseñar ni tomar autoridad sobre el marido; mas estése callada. Ya que Adán fue formado el primero, y después Eva. Y además Adán no fue engañado, mas la mujer, engañada, fue causa de la prevaricación de la caída en el pecado. Verdad es que se salvara por medio de los hijos, si persevera en la fe y el la caridad en santa y arreglada vida.
—1 Timoteo 2: 11-15, atribuido por los cristianos a San Pablo.

"Las niñas empiezan a caminar y a hablar antes que los niños porque la maleza crece siempre más rápido que las buenas semillas"
—Martín Lutero. Teólogo alemán

Más que los hombres, las mujeres hemos sido sometidas a violaciones y después a abortos; hemos sido repudiadas y lapidadas; somos las mujeres las que nos hemos visto perseguidas y difamadas y nuestro cuerpo ha sido el campo de batalla en el que se libraban las guerras a través de violaciones. No en vano, son las mujeres y los niños las principales víctimas de la guerra y cuentan con más bajas que entre los ejércitos combatientes.  Como demuestran las estadísticas de Joan Chitister:

Al inicio del siglo XX, 5% de las bajas de guerras eran civiles.
En la Primera Guerra Mundial, 15% eran civiles.
En la Segunda Guerra Mundial la cifra saltó a un 65% de mortandad de civiles, al ser bombardeadas ciudades enteras.
Hacia mediados de los noventas, 75% de las bajas de guerra eran civiles.
Actualmente el 90% por ciento de las bajas humanas en tiempo de Guerra lo forman civiles, en su mayoría mujeres y niños.


Y sin intentar crear un sentimiento victimista, si que pretendo mirar con los ojos tan abiertos que me permitan discernir lo evidente y lo sutil. Que pueda ver las implicaciones que los viejos estereotipos  y la historia nos han donado y hemos registrado en la memoria más profunda. En una mano, el cuento de Eva recibido, en la otra, la realidad.


Fuente:
http://estudiosobreelutero.blogspot.com.ar/2012/11/el-cuento-de-eva.html

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